4 de abril de 2011

Mambia.



Sentada en la cama, sus lágrimas recorrían toda su cara, hacía unos minutos que había estado allí y todo se había desvanecido en el acto.Venía de Mambia, una región que se encontraba a escasos kilómetros de Narnia (1). Esta vez no había entrado por un armario, un pequeño cajón que se escondía entre el desorden y el polvo de su ático la había zambullido en un mundo mágico, lleno de fantasía, donde todo el mundoes persona y ninguna esclava de nadie.


Una cosa que caracterizaba a Mambia era su extensa variación de aves, ella nunca había visto tantas juntas y menos de esos tamaños, al igual que en Narnia podían hablar, pero no había seres mitológicos. Al llegar allí, se encontraba perdida, ella no creía en la magia ni mucho menos en las aves parlantes.

-Pequeña, ¿te has perdido?.-Le dijo una pequeña ave que acababa de aterrizar junto a ella.

No contestó, se llevó las manos a la cabeza y por un instante pensó que todo aquello que veía era solo un sueño, que se estaba volviendo loca, pero no era así. Mientras que sus lágrimas saladas caían e inundaban el suelo, empezó a llover, y por primera vez le gustaba. A ella nunca le había gustado la lluvia, porque se pasaba todos los días fuera de casa, pero ésta vez la lluvia le animó. Se levantó con toda su fuerza y miró hacia el cielo, era raro, no había ninguna nube grisácea, todo el cielo estaba despejado con una luz suave que le cegó por un momento la vista. Abrió la boca para gritar, pero de ésta no salió nada, al contrario unas gotas de lluvia se posaron en su lengua, y degustó un sabor a fresa en sus papilas. Algo extraño que sin duda le gustaba.

-¿Os gusta el sabor?-Le preguntaron a sus espaldas. Se asustó pero decidió contestar, pero no girarse.
-¿Qué sabor?-Contestó.
-El de las gotas de fresa, las he hecho especialmente para vos. ¿Qué pasa, no pensáis mirarme a la cara? Tampoco soy tan feo.- Musió entre risas. Ella no se atrevía a girararse pero algo dentro de su cuerpo quería que se girara y se giró.

Un robusto caballero se encontraba detrás suya. Espada en mano y escudo, vestido con su armadura. Una melena morena cuyo pelaje le recordó a esos días de lluvia en su ciudad, unos ojos verdosos que jamás había visto en su vida, unas innumerables pestañas que hacían que su mirada pareciera la de un precioso felino. Este caballero se encontraba subido en un caballo parecido a Babieca, el caballo del Cid. Ella se había quedado sin habla.

-Me presento, soy el Príncipe Amador, y vos me parece que sois la nueva invitada a nuestro reino. Bienvenida a Mambia. Veo que mi compañera -dijo señalando al ave- os ha asustado. Estas gotas de fresa las he hecho especialmente para vos.

Después de esta presentación, se dirigieron al Palacio y mientras tanto se fueron conociendo un poco más. Resulta que Amador era el Príncipe de Mambia, un joven y apuesto príncipe sin compromiso, pero a ella le parecía un egocéntrico que se creía más que nadie. Ella se quedó varias semanas en Mambia, conociendo el reino y a todos los seres que habitaban en él. Aquellas semanas pasaron volando y ella ya no se quería ir, pero el Príncipe Amador, le dijo que su estancia allí había terminado.

Después de esto, como por arte de magia apareció en su habitación, como si nada de aquello hubiera pasado.  Sus sentimientos habían cambiado mucho después de aquel viaje. Ya no creía que Amador fuera egocéntrico ni mucho menos, pensaba que era una persona encantadora con una sonrisa de oreja a oreja, que hacía el bien para todo su reino. Su risa le hacía estremecer pero a la vez le encantaba y esa mirada felina le volvía loca.

Pero ahora se encontraba en su habitación de nuevo, no sabía omo había entrado a Mambia ni como había vuelto a su casa. No sabía ni siquiera si aquel cajón que encontró en el ático seguía allí. Pero lo que más importaba es que ya no estaba, ya no estaba en Mambia, ni con el Príncipe Amador, ya solo quedaba el recuerdo, el recuerdo de unas bonitas semanas, quizás ni eso porque allí no había tiempo, ni sufrimiento, todo era hermoso y digo “era” si es que alguna vez Mambia existió…




1. Un mundo lleno de fantasía en el que algunos animales pueden hablar, las bestias míticas abundan, y la magia es común.


5 comentarios:

  1. Me gusta mucho Mambia, creo que a todos nos gustaría vivir ahí, con un principe encantador y sin las preocupaciones del día a día :)

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  2. Me gustó mucho tu blog, me gusta mucho lo que escribes! Sin dudas te sigo y te espero por el mío a ver lo que opinas. Un beso grande hermosa ♥

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  4. Mambia parece un lugar donde perder el norte y encontrar el Sur mientras buscas tu sombra.. Quizás algo de café al cobijo de las hojas doradas de un árbol plateado?
    Bestias míticas acechando, pupilas rasgadas buscando, y un príncipe dispuesto a todo y más.
    Y luego.. Puf. Nada. Todo desaparece.
    Pero claro.. Que no lo recuerdes, no quiere decir que no haya sido real.

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  5. A mi también me gustaría vivir en Mambia.
    Me escondo en tu nube. Te sigo.

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Envíame unos cuantos susurros con este polvo de hadas que te he dejado a tu izquierda.